“No existe una justificación real para el amor: no hay una razón objetiva del por qué nos enamoramos de una persona y no de otra. El humor adecuado, el momento adecuado, la mentalidad adecuada durante ese tan importante primer encuentro. No existe una manera de discernir las diferencias que traerá a nuestra vida y a la de los demás el camino que decidamos tomar hoy. Una ligera duda puede significar perderse la mirada de alguien que está al otro lado de la habitación, y continuar con tu vida, sin saber que tu posible alma gemela se te acaba de escapar de entre los dedos. Detenerse a levantar una moneda en tu camino al trabajo puede significar dejar pasar ese autobús, mientras que Esa Persona Para Ti se subió.
Todo es arbitrario. Nada está definido o preordenado por una entidad superior, no hay un A + B = C para después C + Z = a una pareja eternamente feliz. No hay reglas para el amor, ninguna regulación a la cual todas las criaturas capaces de amar deban de alinearse. Si estas existieran cosas como el corazón roto, los triángulos amorosos y el amor no correspondido simplemente no pasarían.
Como con la vida, el amor no es justo.
Y como con la vida, el amor no es predecible.”
Miró las páginas recién escritas en el ya viejo libro. Puso su pluma en el tintero y suspiró. Eso que acababa de escribir era en lo que más creía. No en los astros que podía leer ni en los hechizos que podía conjurar. Después de todo ni siquiera los magos modernos estaban exentos de estas cosas y para su mala suerte la magia no era capaz de intervenir en estas cosas del amor.
O eso le habian dicho.
Pero había encontrado la solución. Era imposible que con toda su magia no existiera algo que se pudiera hacer. Ojeó las páginas de su libro hasta llegar al conjuro adecuado: Un conjuro de olvido. Si ella se olvidó de él entonces él haría lo mismo con ella.
Y así, el mago conjuró el olvido sobre si mismo para continuar con su existencia. Es curioso como a veces el hombre, o el mago, en su orgullo mezclado con cobardía mezclado con ingenuidad no entiende que hay cosas más allá de su control.
Tal como lo planeó, el recuerdo se fue. Pero en estas cosas los poetas saben más que los magos y es bien sabido por ellos que amar es entregar el corazón. Tan sencillo como es: el recuerdo se fue pero el corazón no volvió.
Vivió unos días con una gran tristeza y sin saber por qué. Un buen día volvió a ojear su libro hasta que encontró el hechizo adecuado. Conjuró para si el hechizo de la muerte.
Ah no mames, rifado!
creo que hasta hare una entrada en mi blog.
Me recordó a la película de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
A veces es mejor continuar con el pesar de aver conocido el amor y después el dolor de perderlo, que morir por nunca haberlo vivido…
snif!
Acuerdense de troya ardiendo y de que las flechas de cupido son puntiagudas. Uno puede paralizarse de dicha, incluso ante lo mas incierto y bajo, pero ante tal desasosiego habrá que calmarse respirar y rememorar sin duda con la convicción de que tienes que empezar a recoger los pedazitos de corazón que quedan regados por ahi
y continuar. No hay recetas, ni artilugios ni brebajes magicos pero es una aventura que hay que vivir aun cuando no exista siempre el happy ending
Me gustó. Gracias buen blog, visiten el mío:
http://blueteens.blogspot.com/
(contenido explícito mentes sensibles abstenerse)
vaaaaaaya… ke dilema…
por ke todos andamos de este humor?!!!
sólo puedo de decir ke aunke experimentemos tal dolor de perder a una persona super importante, pues, la verdad yo me contento con sólo haberla tenido en mi vida. Si, eso me basta para continuar.
Tu epílogo me cae en estos momentos muy adecuado. Me gusta tu estilo