Sin protector de pantalla

Se conocieron por casualidad un viernes por la noche, mientras todos los chicos de su edad estaban en fiestas ellos recorrían los salones de chat. Ambos asistían a la misma escuela y lo sabían pero nunca había pasado por su mente la idea de conocerse en persona, había cierto encanto al saberse cerca y desconocerse, o al menos eso decían ellos, la verdad es que él era demasiado tímido y ella demasiado insegura. Su vida social se limitaba a su habilidad con el teclado y a los miles de grupos en los que estaban registrados, Facebook, hi5, twiter, Blogger, sonico, myspace, frienster, second life, etc.

Asi pasaron 2 años, no había un solo día en que no tuvieran noticia el uno del otro, se conocían perfectamente, abrieron sus sentimientos en el Messenger como no lo habrían hecho con nadie en persona, la felicidad para ellos era conectarse y ver el seudónimo del otro en “conectado”, muchas veces soñaron que se conocían y despertaban felices, pero ¿como arruinar una relación cibernética de 2 años? ¿Habría un silencio incomodo al conocerse? ¿Se acabaría el misterioso encanto?

Era una mañana de un viernes como todos los viernes en una preparatoria: el desenfado del ultimo día. Ambos estaban en la sala de computo que era lo suficientemente grande como para reconocerse y lo suficientemente llena como para encontrarse, habían pasado varias tardes escribiéndose en esa sala, los dos en el mismo cuarto sin reunir el valor suficiente para levantarse y buscarse. Se encontraban en medio de un idilio cibernético cuando ella se desconectó, tratando desesperada de conectarse de nuevo notó que el Internet no estaba disponible, él frente a la pantalla esperaba que ella regresara pero su maquina se trabó.
– Baja de sistema chavos.- anunció el encargado de la sala.- no habrá Internet por el resto del día.
Todos se pusieron de pie de inmediato y abandonaron la sala, cuando el murmullo de las voces se escucho lejano y la corriente de estudiantes despejo el lugar quedaban solo dos personas de pie, ella en medio de la sala, él en una esquina, aunque nunca se habían visto se supieron reconocer, el momento que habían evitado por años los había tomado por sorpresa. Incapaces de esconderse tras un monitor y un extravagante seudónimo se miraron a los ojos y se reconocieron, nunca se mostraron alguna foto pero no les hizo falta, ella sintió que toda esa imagen que se había creado se derrumbaba, se sintió desnuda y avergonzada, quiso ocultar su cabello demasiado lacio y demasiado largo, sus lentes de pasta gruesa, su sudadera XL (siendo que ella necesitaba una talla S), su falda larga de mezclilla que casi rozaba el suelo y sus converse rosas, tomó sus libros, bajó la cabeza y salió apresurada de la sala, por unos segundos él no supo que hacer y a pesar de sus miedos la siguió, a pesar de traer el cabello enmarañado y rebelde aplacado bajo un gorro de invierno y una chaqueta a cuadros pasada de moda, sabia que su aspecto no era tan presentable como le hubiera gustado pero también sabía que no podía dejarla irse asi.

Recuperando el aliento llego a la cafetería y tras unos angustiantes minutos la encontró sentada en una mesa. Después de eso todo siguió igual, el idilio escrito. Sentados de frente pasaron horas charlando, el silencio entre ellos se irrumpía por alguna risa, aun no se conocían la voz y no dejaban de sonreírse mientras escribían en una servilleta que se pasaban entre ellos.

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