“Existe una noche cada siglo, en la que todos ellos hacen acto de aparición. Carros alados llegan del confín del universo. Seres de luz y los señores de las tinieblas se apoderan de este mundo, y la eterna lucha entre bien y el mal tiene como escenario esta tierra fértil en la que todo nace, y todo a su vez, fenece.
Damas y caballeros, frente a ustedes el mejor espectáculo que ha habido sobre la tierra, donde los mitos cobran vida, y nosotros, nos volvemos estatuas de piedra, meros observadores de historias que nunca han sido contadas, y de verdaderos finales que roen nuestro interior petrificado.”
Inhalo una vez más mi cigarro de baja calidad, y exhalo ese humo, antes de tirar al suelo la colilla y restregarla con mis sandalias de tacón de aguja contra el suelo.
Hoy tenemos 4 entradas.
He escuchado la misma presentación desde que mi padre luchaba contra Leviatán y mi madre seducía a Odín.
Ambos sepultados actualmente en algún camino que he olvidado, y sobre el que no hay señal alguna que me indique donde reclinarme y dejar una flor blanca.
Llegamos a este mundo para no dejar rastro alguno.
Somos nómadas por naturaleza.
Escoria de la sociedad.
Bandidos de caminos despoblados.
Gitanos por vocación.
Antes, la gente nos esperaba ansiosamente, el público nos pedía más de nuestro Carnaval de Media Noche.
Entre un espectáculo de fuegos artificiales, efectos ópticos y música, nuestro público estallaba en aplausos y sonrisas.
Actualmente, únicamente asisten para abuchearnos, humillarnos y lanzarnos imprecaciones.
Hoy es mi última noche de doncella virgen. Ningún maquillaje puede ocultar ya todas mis arrugas. Mi elasticidad se ha perdido y mi piel ya no es firme ni tersa, ni suave.
Al terminar la función, nadie aplaude, los señores de la oscuridad terminan venciendo a los seres de luz, y es hora de partir hacia la siguiente provincia.
Me indican que debo ir a alimentar a los caballos.
Yo asiento sin balbucear palabra alguna, ideas de antaño vienen a mi mente, y mientras llego a los árboles en los que se encuentran atados nuestros equinos famélicos, escucho relinchar a uno nuevo.
Blanco como la nieve que mis ojos jamás han visto, como la flor que nunca dejaré sobre el polvo que cubre a mis progenitores.
Él me ve.
Yo lo descubro, me postro a sus pies y estallo en lágrimas.
– ¿Dónde habías estado? ¿Dónde estabas cuando yo era una doncella virgen y pura? ¿Por qué te apareces ahora que me encuentro fea y marchita? ¿Por qué te burlas de mí así? –
Se acerca majestuosamente a mí, mis lágrimas caen sobre la tierra estéril, la magia de su cuerno cura mis heridas, él me dice que no sólo todo nace y fenece, sino también surge nuevamente, renace para a su vez, devolvernos la fé en la magia interna, aquélla que sólo brota de aquellos que poseen un corazón puro.
Buena entrada…-…
Wow, de repente me sentí transportado a tierras lejanas. Como en la lectura de la guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa. El misterio del circo y de las criaturas que ahí permanecen, anacrónicas y misteriosas.
Excelente escrito, me gusto bastante.
Saludos!!!
Excelente entrada Jess.
Sé que no tienes ni idea de quien es El hijo de la chingada, pero hace algunos años me conocías con otro nombre y tenia un blog que leías, incluso intercambiamos algunos correos y una que otra sesion en messenger, siempre fui tu fan y me encantaban esos avateres de Jessica Rabit… lo siguen haciendo, algunas cosas han cambiado, muchas diría yo, mas sin embargo conservas ese yo no se que tanto me atráe…
bien ..me agrado y como dice el compa de arriba la entra fue lo mejor
Me encantó, esa sensación de rancio, de algo viejo que se ha vencido ante la impotencia de no poder luchar contra el tiempo.
sobrenatural y fantástico! Bien mi querida jess escritora. Me siguen encantando tus historias esta bien diferente de la anterior pero con tu sello personal. UN beso!
aahhh… jesss esto me parecio surreal, como de cine de ripstein… de esas historias tragicas que se convierten en joyas de repente por la manera de moldear las cosas…
(!) . . . Me quedé impresionado y con el pecho oprimido entre fascinación y angustia. Que texto Jess, hermoso.
como siempre…. padrisima!
lale
Recuerdo ese reclamo!! Caray, me sigue llegando al corazón (y la imagen a la mente, una y otra vez (en ciclos?)).
Por algo el einhorn se repite una y otra vez en el imaginario colectivo de cualquier latitud.
Muy bueno, muy bueno!!
a veces pensamos qeu la vida misma se encuentra reflejada solamente en la piel, y en las manos. Se nos olvida que la verdadera chispa emerge del fondo de nuestro ser, del alma misma.
Fabulosa, me encanto.
¡Excelente!
Buenísimo como tal la narración y mucho mejor a muchos más niveles. Imágenes, analogías y diferentes historias todas en una.
¿O es tan sólo mi costumbre de leer más entre línes que lo que el autor -la autora, quiero decir- ha querido poner ahí? 😉
¡Sonríe!
Fhercho, gracias por tu visita! …… – …… =D
Antonio, ¿creerás que nunca lo he leído a él?!! Pero me ha dado curiosidad, y lo sumaré a mi súper lista… 😉
El hijo de la ch, fíjate que llevo apenas un año con eso del blog y leyendo a otras personas, y no puedo dejar de sentir curiosidad acerca de tu anonimato….. tan ta rán…. ¿te descubro?… por lo demás, ja, me siento así como mmm Sharon Stone (con temor a equivocarme acerca de la actriz) en una peli de antaño en la que era observada todos los días por alguien….
Sí, muchas cosas han cambiado de hace tiempo, pero todos conservamos nuestra esencia.
Muchas gracias por tu comen!
Lagarto, algún día esa entrada formará parte de un espectáculo, porque…. todos volvemos siempre a lo clásico. 😉
Gracias por tu opinión!!
Lorena, es parte de una deuda que tengo con el tiempo 😉
Gracias por tus palabras!!
Josef querido!! huy, únicamente trato de seguir el ejemplo de alguien que es todo un master en eso de las letras!!
un abrazo!!
Salta Valiente!!
Leia!! es que ya ves que las historias tristes y nostálgicas son mis favoritas… 😉
No puedo negar la cruz de mi parroquia.
Un abrazo hermosa!!
MauVenom, hey me alegra haber podido transmitir el sentimiento que fué la base de dicho relato…. yo lloraba de niña con la imagen de ella reclamando al unicornio…. ahhh de pie…. siempre de pie aplaudiendo esa catarsis interna caray!!
Gracias por las porras!!
=D
Shacelli, y como siempre, un placer el que me dediques parte de tu tiempo linda!!
=D
ardilla, snif snif…. no, no…. algunas personas no seguimos a una imagen falsa de Robin Hood… aunque fíjate, toda la vida esos bandidos esperaron poder encontrarlo, y Molly supo ver que era una ilusión, algo irreal, y supo ver lo real de lo fantástico frente a sí misma… no, no… ahhhh….. me siento impotente caray!!
Un abrazo tonta!! Sabes bien que tu corazón y el mío, laten al unísono. 😉
chica senxual, exacto!! toda una conocedora!!
Me alegra que te haya gustado. 😉
Générique, ahhhh mira ya estamos hablando de un nivel superior… sí, sonrío al darme cuenta que lo no escrito no pasa desapercibido para algunos. 😉
ah me late, me late caray!!
Saludos!!!
Muchas gracias por sus comens!
Lindo día!
Por cierto, las palabras de la mujer al unicornio, no son mías, sino de Peter Beagle, todo lo demás, sí es de mi autoría.
Abrazos!!
aja
ya sabia que habia escuchado esas palabras de la vieja en otro lado, justamente en una de mis peliculas favoritas (a que me la regala de navida’) pero si que saco una muy buena mezcla de historia a partir de esas frases, me gusto, Comentarios más acosadores y lujuriosos en su blo’ original, Mon Amour.
Muy perro su cuento morra, aca con sus dotes de misterio y sensualida, asi como debe ser. Chingon morra, chingon
Srita. Jess, excelente entrada, excelente escritura, de verdad es adictivo el seguirte en tus post.
Saludos…
Muy bueno, aunque se me hizo muy triste, nostalgico, melancolico.
Me gusto un chingo.
abrazos!
Esto es un plagio…
El nombre de Carnaval de Media Noche no te pertenece, la definición del espectáculo mucho menos, el slogan tampoco y el sentir de la doncella al ver el unicornio y la escena ni soñando…
Da el credito que merece, es de la obra de Peter S. Beagle, The Last Unicorn, no solamente las palabras mal citadas…
—Sorpresa —dijo la muchacha—. Soy la doncella Marian.
Entonces vio a la unicornio. No se movió ni articuló palabra, pero de repente sus ojos se llenaron de lágrimas. Estuvo mucho rato inmóvil; luego aferró el dobladillo con los dedos y dobló las rodillas en una especie de temblorosa reverencia. Cruzó los tobillos y bajó los ojos, pero aún tardó Schmendrick otro instante antes de comprender que Molly Grue estaba rindiendo homenaje a la unicornio.
El mago empezó a reír y Molly se levantó de un salto, sonrojada desde el cabello hasta el cuello.
—¿Dónde estabas? —gritó ella—. Maldito seas, ¿dónde estabas?
Avanzó unos pasos en dirección a Schmendrick, pero miraba más allá de él, a la unicornio.
El mago se interpuso en su camino, sin permitirle que siguiera adelante.
—No hables así —dijo, dudando aún de que hubiera reconocido a la unicornio—. ¿No sabes cómo comportarte, mujer? Y no hagas reverencias.
Pero Molly le apartó a un lado y se plantó ante la unicornio, reprendiéndole como si fuera una vaca extraviada. «¿Dónde estabas?» Ante la blancura y el brillo del cuerno, Molly pareció empequeñecerse, como un escarabajo chillón, pero esta vez fue la unicornio quien bajó la mirada.
—Ahora estoy aquí —dijo por fin.
—Y yo ¿qué gano con que estés aquí, ahora? —dijo Molly, casi sin despegar los labios—. ¿Dónde estabas hace veinte años, diez años? ¿Cómo te atreves, cómo te atreves a venir a mí ahora, ahora que me he convertido en esto? — Con un gesto de la mano se describió: rostro consumido, los ojos sin brillo, el corazón marchito—. Ojalá no hubieras vuelto nunca. ¿Por qué has regresado?
Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas.
La unicornio no replicó. Fue Schmendrick el que habló primero.
—Ella es el último. El último unicornio del mundo.
—Podría serlo —dijo Molly conteniendo el llanto—. Podría ser el último unicornio del mundo que viniera a Molly Grue. —Entonces se irguió para acariciar la mejilla de la unicornio con la palma de la mano, pero ambas titubearon un poco y la caricia se perdió en un suave y tembloroso punto bajo la quijada—. Está bien. Te perdono.
—Los unicornios no están hechos para ser perdonados. —Un vertiginoso rapto de celos invadió al mago, no sólo por la caricia, sino porque algo similar a un secreto se estaba perfilando entre Molly y la unicornio—. Los unicornios son para los que empiezan, para los puros y los inocentes, para los recién llegados. Los unicornios son para las vírgenes.
—No sabes mucho sobre unicornios —dijo Molly, acariciando el cuello de la unicornio con la timidez de un ciego.
Se secó las lágrimas en la blanca crin.
El cielo era de un gris jade ahora, y los árboles que se insinuaban en la oscuridad un momento antes ya eran árboles reales, siseando al viento del alba. Schmendrick dijo fríamente, mirando a la unicornio:
—Debemos partir.
Capitulo 6
Capitulo 2
Los nueve carros negros del Carnaval de la Medianoche parecían más pequeños a la luz del día, endebles y frágiles como hojas marchitas, en modo alguno amenazadores. Habían quitado las colgaduras y los adornaron con tristes estandartes negros, hechos con pedazos de sábanas, y groseras cintas negras que la brisa sacudía. Habían acampado formando un extraño cerco: un pentáculo de jaulas que, a su vez, rodeaba un triángulo en cuyo centro destacaba el carromato de Mamá Fortuna. Era el único vehículo cubierto con un velo negro, que ocultaba su contenido. No se veía a Mamá Fortuna por ninguna parte.
El hombre llamado Rukh conducía a un disperso grupo de campesinos de una jaula a otra, haciendo comentarios siniestros acerca de las bestias encerradas.
—Aquí tenemos la mantícora. Cabeza de hombre, cuerpo de león, cola de escorpión. Capturada a medianoche, cuando devoraba hombres lobo para refrescar su aliento. Criaturas de la noche devueltas a la luz. Aquí está el dragón. Arroja fuego de vez en cuando…, por lo general sobre la gente que lo molesta, jovencito. Por dentro es un infierno, pero su piel está tan fría que quema. El dragón habla diecisiete lenguas malamente y padece de gota. El sátiro. Señoras, manténganse alejadas. Un auténtico provocador. Capturado en curiosas circunstancias, que sólo revelaré a los caballeros, por un modesto estipendio, al finalizar el espectáculo. Criaturas de la noche.
The Last Unicorn Peter S. Beagle