Esta es la historia de una niña que todos los días salía a caminar con un gato entre los brazos. Se llamaba Yu Mao Tong. Parecía indígena y era europea, pero todos pensaban que era asiática. Nadie sabía por qué esa indígena, digo, esa asiática, digo, esa europea, salía todos los días a caminar con un gato entre los brazos como una loca. Se rumoraban muchas cosas. Unos decían que el gato estaba muerto, otros que no era de verdad, y algunos tantos afirmaban que se trataba del mismísimo diablo.
Los vecinos seguían con la mirada desde sus balcones y ventanas a Yu Mao Tong con una curiosidad morbosa. Su travesía era siempre la misma: salía de casa con el gato, caminaba en línea recta hasta el fin de la avenida, y luego regresaba a su casa sin desviarse nunca. Con el tiempo notaron que llevaba siempre una fotografía en la mano derecha y que el gato portaba en su regazo una pluma, la cual, encima, como si tanta excentricidad no fuera suficiente, era color verde limón.
¿Qué llevaría a una indígena, digo, una asiática, digo, una europea, a comportarse de una manera tan extraña? ¿Qué DEMONIOS tenía en la cabeza esa niña? ¿Traumas, problemas mentales, alguna crisis existencial? No.
Cierta tarde una de esas señoras paranoicas que ven señales apocalípticas hasta en las suelas de los zapatos hizo una llamada telefónica harto importante. Y cuando digo harto importante, lo digo en serio. Resulta que contrató a un investigador privado y lo que éste descubrió y le dio conocer sobre Yu Mao Tong costóle la vida. Al escuchar las palabras del investigador la mujer palideció y se acercó a tientas a la lámpara de escritorio. La luz no encendió, y ella tampoco: murió – así lo dice su autopsia- de sorprendimiento.
¿Quieren saber el por qué del comportamiento de Yu Mao Tong? No, no quieren saberlo. El gato no está muerto, pero la curiosidad por el gato los puede matar a todos. Algunas veces, es mejor no saber nada. Ciertos misterios siempre deberían quedarse así: siendo misterios. Yo soy ese investigador privado. Yo conozco la verdad. Desde entonces no he podido dormir tranquilo. Renuncié a mi trabajo. Perdí las ganas de vivir. Yu Mao Tong arruinó mi existencia. Todo es pesadumbre.
Dato cultural: el gato se llamaba Denario.
Estoy consternado, pobre gato, digo pobre, indígena, digo pobre asiático, no, no, no, perdón, pobre europea.
WTF?
Aún así, sigue faltando un denario (la moneda romana).
Pero no ma, que buen cuento, digo relato, digo entarda, digo historia.
Qué te pasó?
Lorena Caballos, digo, Cerillos, digo, Ceballos: ¿Cómo que qué me pasó?
¡Yupi! ¡Tengo una estrella roja carmesí! ¿Qué me gané?
denario o dinario?
Veo que mi cuento fue la sensación, intentaré publicarlo en Día Siete.
si tú lo dices no queremos saber el comportamiento de la niña que era indígena, digo asiática, digo europea
digo…