La luz no encendió (Jorge)

¿Como había llegado a este lugar? Volvió a recorrerlo con la vista como si eso le fuera a dar la respuesta. Todo estaba justo donde lo recordaba. La cama, la mesita y las sillas infantiles en una esquina del cuarto, los peluches sobre el buró, la fotografía sobre el escritorio, su ropero, el baúl al pie de la cama. No cabía duda, en ese cuarto había vivido hasta los 15 años y cuando se marchó, fue para no volver. ¿Cómo es que ahora estaba de regreso?

-“Estamos es una construcción de tu mente, este fue el único lugar donde alguna vez nos sentimos a salvo”-

¿Qué significaba esto? Hace unos momentos ella se encontraba sola en la habitación y ahora una pequeña de no más de 7 años en una pijama azul cielo y con un gato firmemente sostenido entre sus brazos estaba sentada en una de las sillitas. Volvió a mirar al gato, recordaba perfectamente a ese animal.

-“¿Papa me lo puedo quedar?”- Estaba haciendo algo no muy común en ella, entrar en esa habitación que apestaba todo el tiempo a alcohol era algo que no hacia mas que cuando no tenía opción.

-“Te he dicho un millón de veces que no entres aquí, ¿Estas sorda o pendeja?”-

Los ojos se le llenaron de lágrimas y se mordió el labio. Abrazó al gatito con más fuerza y retrocedió unos pasos, pero su deseo por conservarlo fue más fuerte. Extendió sus brazos mostrando al animal como si esto justificara su intromisión.

-“Pero papá”-

-“Ya te dije que”- su vista nublada por el alcohol finalmente se centró en lo que la pequeña sostenía entre sus brazos –“¿Un animal? ¿Trajiste un pinche animal a MI casa?”-

Todo ocurrió en un segundo: él le arrebató al gato. El gato se defendió con sus garras. Él soltó al gato. El gato se escondió bajo la mesa.

-“Pinche gato, ahora si vas a ver”- Sacó su revolver del cinturón y le quitó el seguro. La pequeña estaba aterrada, a sus 7 años sabía lo que un arma podía hacer y, con ó sin alcohol, también sabía que su padre nunca fallaba.

-“¡No papá espera prometo que”-BANG

-“¡Ja! Eso le enseñará, en cuanto a ti”- miró a la pequeña que lloraba lo más calladamente que podía -“Deshazte del pinche animal Y NO VUELVAS A ENTRAR AQUÍ”-

Por iniciativa propia también se deshizo de su pijama azul que se llenó de sangre cuando se llevó al gato.

No pudo contener una lágrima al observar a ese mismo gato y a la pequeña que ahora reconocía como ella misma.

-“¿Una construcción de mi mente?”- la pequeña asintió –“Todo esto es imaginación nuestra”- afirmó.

Una versión de ella que apareció sentada sobre la cama continuó con la explicación.

-“Investigaste algo de esto en la clase de psicología ¿Recuerdas? Hay pacientes en estado de coma que registran actividad cerebral, por lo que se piensa que están soñando”-

Observó a la chica que rápidamente ubicó en sus 15 años. El ojo morado, labio partido e hinchado, collarín, moretones en ambas muñecas, el brazo derecho enyesado, las vendas que se asomaban de su discreto escote y el resto de las heridas que, aunque su ropa no permitía verlas, ella podría ubicar a la perfección le recordaron esa epoca de su vida.

-“Nubia yo se que esto es muy difícil para ti pero la policía necesita saber que fue lo que pasó”-

-“La luz no encendió”-

-“¿Disculpa?”-

-“Hace algunos años descubrí que ese hombre no entraba nunca a mi cuarto porque es el único lugar de la casa donde aun queda una fotografía de mi madre”- Trató de contener sus sollozos –“Estuviera alcoholizado o no él nunca entraba, por eso siempre tuve la fotografía en un lugar donde estuviera a la vista e iluminada por una lámpara en las noches así estuviera dormida..snif…era como si mamá me estuviera cuidando”- Se mordió el labio e inmediatamente lo soltó, dolía más de lo habitual.

-“Ayer desperté y la lámpara estaba apagada, oprimí el switch varias veces y la luz no encendió. Luego la puerta se abrió y…”- Las palabras se repitieron en su mente “Ya te lo había dicho Nubia: navega con bandera de pendeja, nuuuuunca falla” se le hizo un nudo en la garganta. Instintivamente se alejó al sentir una mano sobre su hombro.

-“Vas muy bien Nubia, la policía necesita tu testimonio, por favor haz un esfuerzo.”- Ella asintió, esa noche se partió algo dentro de ella.

-“Necesitamos tomar una decisión”- La que llamaría la Nubia actual, con su placa de policía, revolver en cintura y atendiendo una llamada telefónica en su celular la confrontó.

-“¿Diga?…si ella habla…Mi padre está en la cárcel, déjese de bromas…”- No pudo evitar sonreír ante la ironía-“Usted disculpe doctor ¿Cómo está?….Estoy trabajando y no puedo ir dígame ¿Cómo está?… En español doctor…Entiendo…”-Suspiró -“¿Considera que hizo todo lo posible y que ya no queda nada más por hacer?….Bien, entonces no hay nada más que hacer. Desconecte el respirador.”- Sintió como un gran peso era retirado de sus hombros -“…¿Hola Doctor?…en lo absoluto, si en su opinión piensa que se hizo todo lo posible y que no habrá mejora. Si necesita que firme algo lo haré…entiendo, iré para allá al terminar mi turno. Gracias Doctor.”- Colgó. Todo el camino hacia el hospital pensó que de alguna manera aún quedaba algo de justicia en el mundo.

-“Ya entiendo, tengo que decidir si voy a continuar luchando o dejarme ir”- observó a las 3, todas asintieron. –“Por eso me están mostrando los momentos de mi vida que forjaron a quien hoy soy.”-

Levantó sus manos y las observó. Fue hacia el ropero y lo abrió. Dentro de el había un espejo. Se observó a través de el. Traía puesta una bata de hospital. Una pluma estaba enredada en su cabello y una moneda plateada que por alguna razón reconoció como un denario colgaba de su cuello.

-“Esta apariencia no la conozco”-

-“Una parte de ti sigue conciente de lo que está ocurriendo allá afuera, pero eso no es importante ¿Qué vas a hacer?”-

-“¿Qué no es obvio?”- Se acercó a la lámpara y presionó el switch. Nada. La luz no encendió. Acarició al gato que sostenía la pequeña, abrazó a la adolescente, le quitó el celular a la otra y colgó. Salió del cuarto cerrando la puerta tras de si.

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