Iba a quedarme en casa de Laura, así que no tenía que preocuparme por la hora, lamentablemente la fiesta estaba muy aburrida y decidimos salirnos temprano, sentía ese aire de libertad que pocas veces disfrutaba, mi mamá había aceptado que me quedara en casa de Laura, era como un gran paso en mi vida, mi mamá era muy protectora conmigo y casi nunca me dejaba hacer cosas sin que ella estuviera en control de la situación, ir por mí, recogerme, conocer a las personas, en fin, todo una serie de requisitos indispensables para que yo pudiera hacer o salir. Laura tenía mi edad pero actuaba como si fuera mayor, ella había experimentado muchas cosas, no tenía papá y su mamá era muy abierta con ella, la dejaba salir, llegar tarde y a pesar de que se preocupaba por ella, jamás trataba de controlar todo lo que hacía, a veces deseaba que mi mamá fuera como la suya.
Esa noche la mamá de Laura nos había llevado a la casa de Felipe, habría una fiesta que prometía ser LA fiesta pero que resultó ser, según dijo Laura, el fiasco de todas las fiestas del año, yo había salido muy poco a fiestas así que confiaba en lo que Laura decía, así que saliendo de ahí fuimos a un super siete y compramos cerveza. Por un momento tenía miedo, Laura destapó una lata y comenzó a beber mientras caminábamos de regreso a su casa, era una sensación de libertad mezclada con temor, ella me destapó una lata y me dijo «bebe, no seas miedosa, no te va a pasar nada» impulsada por esa sensación de libertad, bebí con ella y seguimos caminando hasta su casa.
Llegando a casa subimos a su cuarto, Laura pasó con su mamá y le dijo que la fiesta había sido un fracaso y que estaríamos ya en la casa. Su habitación tenía posters por todos lados, grupos que le gustaban, fotos de modelos en pantalón, tenía incluso una pared pintada por ella misma, con citas de autores, rayones, estampitas, era el cuarto de ensueño, tenía incluso su escritorio con su propia laptop, mamá nunca hubiera permitido un desorden tal, nada de posters, nada de chicos sin camisa, ¿computadora en mi cuarto?, jamás, y la de Laura hasta cámara tenía. Precisamente fue lo primero que hizo Laura al cerrar la puerta de su habitación, encender su lap y botarse en la cama, bebimos lo que restaba de las cervezas y yo me sentía mareada pero a la vez muy animada, estaba pasando la noche fuera de casa, sin la tutela de mi madre, me sentía tan bien, bailaba con Laura al ritmo de la música estridente que ponía, brincábamos de un lado a otro, todo era bastante ameno, pero Laura comenzó a pasar más tiempo en su computadora:
—¿qué haces?
—Estoy chateando con un tipo, mira
Y ahí estaba él, del otro lado de la pantalla, Laura estaba charlado con él pero podía verlo, y él podía vernos también porque cuando me vio saludó. Había escuchado mucho sobre videoconferencias o charlas con webcam, pero jamás había estado en una.
Laura le escribía cosas con insinuación a que el chico se desnudara, el accedió a quitarse la camisa y de ahí comenzó una serie de coqueteos por chat, debo reconocer que toda la situación me tenía muy entretenida, nunca había visto a un hombre así, un cuerpo maravillosos, estómago marcado, un broncedo encantador, Laura no reparó en los comentarios y comenzó a desvestirse para que él hiciera lo mismo. Yo me quedé paralizada al ver a Laura desvestirse junto a mi como si nada, me apené y sonrojé y no pude dejar de mirarla, su piel blanca resaltaba su ropa interior negra, y su lacio cabello negro también, tenía un cuerpo fino, totalmente proporcionado y que no le pedía nada a nadie. Cuando desabrochó su brassiere fue el momento en que a primera instancia aparté la mirada, pero algo dentro de mi me incitaba a mirar de nuevo, fingí que no me importaba y disimulaba que veía al chico en la pantalla, pero en realidad miraba a Laura desamarrar los lazos de su tanga, miraba con morbo su cuerpo, y la manera en que deslizaba sus manos sobre él.
A ella no le importó que yo estuviera ahí, incluso me decía que no fuera mojigata y me quitara la ropa también, que sólo me vería un tipo que ni conocía y que por la luz apagada, el brillo de la pantalla no le permitiría distinguir nuestras caras. Aún así yo no sabía si animarme o no, Laura comenzó a quitarme la blusa mientras reía y decía, «ándale ya no seas fresa», pero la duda y la confusión me impidieron seguir el juego y me alejé.
—mmmta, que apretada me saliste, ¿eh?
—déjame, esas cosas no me gusta, ¿OK?
—sí, sí, sí, como quieras
Y se dio media vuelta y comenzó a bailar frente a la cámara. Yo me sentí fuera de lugar y opté por acomodarme en la cama y dormir, le di la espalda a Laura que había subido el volumen y había comenzado a poner música.
Sentí de momento que toda esa libertad que había estado disfrutando, súbitamente me fuera arrancada de las manos pero no por mi madre sino por mi misma, me estaba reprimiendo de esa sensación por la que había estado añorando todo este tiempo, discretamente giré mi cabeza para ver qué hacía Laura. Estaba recostada y tenía las piernas abiertas en dirección a la cámara, pasaba sus manos por su cuello y bajaba y presionaba sus pechos y luego las bajaba a su entrepierna. Aparté la mirada rápidamente cuando percibí que giraba la cabeza, pero yo quería seguir mirando, así que de nuevo me giré, ella seguía tocándose, pero ahora una mano no abandonaba su entrepierna, tenía los ojos cerrados y cantaba en voz baja la canción que había puesto. Yo sentía como una sensación extraña me invadía, era una mezcla de temor que ella abriera los ojos y descubriera que la miraba, una sensación de estar haciendo algo que no debería hacer, un morbo que me causaba ver a Laura disfrutar su cuerpo por si sola, sin necesidad de un hombre, de un beso, de amor, sólo ella y su cuerpo.
Fingí estar dormida cuando Laura se levantó y se vistió de nuevo y salió de la habitación. Miré hacia la computadora y sólo se percibía la luz tenue del monitor y la música sonaba[audio:http://www.hd-b.com.mx/wp-content/uploads/2009/08/06 Kinda I Want To.mp3|loop=yes]. Llegaban a mi mente las imágenes de Laura tocando su cuerpo, la manera en que entre verso y verso que cantaba se mordía los labios, cerré los ojos y comencé a acariciar mis pechos por encima de la blusa, dejaba poco a poco que la música se apoderara de mi, pero sólo lograba pensar más en Laura, en su piel blanca, imaginaba que era ella quien comenzaba a acariciarme los senos, que era ella quien me iba desabrochando la blusa lentamente, ella quien suavemente deslizaba su mano dentro de mi pantalón. Su aliento recorría mi cuello suavemente, me besaba los labios y mientras lo hacía el roce de sus pezones con los míos me provocaba una sensación de deseo casi incontenible, mi mano se movía cada vez más rápido mientras seguía imaginando que ella me besaba el cuello, los pezones, el ombligo.
—…sí, así… se tierna conmigo, Laura, bésame más, más, Laura, oh sí, Laura, LAURA
—shhh, aquí estoy
Abrí los ojos y pude ver a Laura recostada a mi lado, traté de inmediato cubrirme con las cobijas pero ella me lo impidió mientras me decía, «tranquila, esta bien…» y justo al terminar las palabras me besó. Fue una sensación extraña, me besaba suavemente, sabía a cerveza y a gloss. No podía detenerla, algo en mi quería que se detuviera porque no estaba bien pero otra pedía a gritos que no se detuviera. Laura no se detuvo y comenzó a acariciar mi cabello y mi cuello con su mano, mientras no dejaba de mover sus dedos dentro de mi pantalón, podía sentir que estaba mojada, era la primera vez que sentía lo que era estar mojada, sentí exitación al pensar que era Laura quien se había encargado de darme esa primera vez, nunca me había masturbado y era ella quien se encargaba de hacerme sentir placer. Comenzó a deslizar sus dedos dentro de mí mientras me besaba y conforme los movía hacia adentro yo sentí como un calor me abrazaba, llegaban a mi mente imágenes de Laura bailando frente a la cámara, deslizando sus manos por su cuerpo, recogiendo su lacio cabello negro, los listones de su tanga. No pude contenerme más, la excitación que sentía no pudo ser apagada por la idea de estar besándome con Laura, mi amiga de la escuela, amiga de toda la prepa, no estaba bien besarme con una mujer, no era normal, y sin embargo hacerlo disparaba aún más ese deseo de seguir y no detenerme.
Di media vuelta y quedé frente a Laura que parecía sorprendida de mi repentina acción, sin titubear bajé el cierre de su sudadera para descubrir sus senos, exquisitos pezones rosas que devoré casi al instante de descubrirlos, estaba en una estado de excitación que no había sentido jamás, me sentía invencible, poderosa. Con rapidez desabroche su pantalón y al bajarlo de golpe me topé con el objeto más recurrente de mis recientes memorias, la tanga negra de listones. Comencé besar a Laura y luego me fui recorriendo por su cuerpo hasta llegar su tanga, suave, ligera, negra como su cabello y con esos listones que la sostenían, desabroché lentamente con los dientes el listón derecho y gozaba deslizarlo con mis manos por el costado de su cuerpo, luego jalé el listón derecho y la prenda sucumbió dejando ver toda la depilada vulva de Laura, era un espectáculo que jamás había presenciado y a pesar de yo ser también una mujer, jamás había visto uno depilado ni tan de cerca.
—Bésalo— indicaba Laura al momento en que acariciaba mi mejilla y separaba las piernas —bésalo como si me besaras a mi—
Comencé a besar lentamente la piel de sus muslos, y luego me seguí hasta el monte suave y besé sus labios, ella se estremecía a cada beso que le daba y pude ver como se iba mojando, cuando comencé a pasar mi lengua entre sus labios, degusté un sabor peculiar que provenía de Laura, otra saliva segregada por su vulva que se incorporaba a la mía, el sabor hizo que yo me sintiera mojada también, pensaba en Laura, en sus piernas abiertas, en que mi madre se moriría si se enterara, en que estaba mal, en que se sentía bien, pensaba miles de cosas pero Laura interrumpió el torbellino de ideas.
—usa tus dedos— me dijo casi susurrando mientras se acariciaba el cuello y los senos con las manos
Introduje mis dedos índice y medio en Laura, era un mar suave y cálido, Laura gemía mientras yo movía mis dedos dentro de ella, me sentía tan excitada, tan liberada que me acerqué y comencé a besar a Laura tan apasionadamente, que me revolqué en una ola de placer, de caricias, ella me besaba todo el cuerpo, yo la penetraba con mis dedos, ella se deslizó por mi cuerpo, me besó, me lamió, me penetró. Nunca había tenido sexo hasta esa noche.
—¿Cuanto tiene eso?
—Ya más de un año
—¿y no le has dicho nada a tu mamá?
—no, aún no
—¿Y sigues viendo a Laura?
—sí, Laurita, «la mejor amiga de su hija» como ella la llama…
la neta me la chaquetie al leer esta historia tan exitante