¡Feliz Aniversario!

Estoy esperando a mi mujer, hoy es nuestro aniversario, le dije sin dejar de mirarle las piernas. No podía, la vaporosa falda blanca me tenía hipnotizado. Sus muslos blancos y firmes me revelaban las más maravillosas y celestiales visiones. Pero no debía dejarme caer en la tentación, no así, no aquí, no hoy.

Como todos los años, mi esposa y yo nos habíamos despedido en la mañana de nuestro aniversario con la promesa de encontrarnos para cenar. Siempre en un lugar distinto, siempre con una dinámica diferente, un año lo organiza ella y al siguiente yo, y así sucesivamente. Al principio nos dejábamos notas entre nuestras ropas y recados en nuestras respectivas oficinas, pero desde hace un par de años, los teléfonos celulares nos facilitaban el trabajo. Y este año era su turno. Puntualmente me dio la hora exacta y la dirección en donde nos encontraríamos, aunque me sorprendió el que, quince minutos antes de la hora pactada, me avisó que llegaría un poco tarde, que la esperara.

Llegué al café sin problemas, afuera las luces de neón se reflejaban en la calle mojada por la llovizna de la tarde. Lo primero que noté en la entrada fue el par de piernas más deseable que hubiera visto en mucho tiempo, sensualmente cubiertas apenas por una falda delgada que casi se transparentaba bajo el efecto luminiscente del neón. La dueña de las piernas portaba un antifaz con aire soberbio, al ver que me acercaba me abrió la puerta y una vez adentro me guió por un pasillo iluminado en rojo que parecía que no iba a terminarse jamás. Desde ese momento quedé prendado del vaivén de sus nalgas al ritmo de su caminar, al ritmo del son cubano más cachondo del que tuviera memoria, al ritmo de mis ganas contenidas de poseerla en esa oscuridad.

El lugar no era muy grande pero estaba vacío, una única mesa me esperaba ya en el centro de la pista. Me senté dispuesto a esperar, y sin que lo viera venir, la mujer del antifaz se sentó frente a mí, ligeramente de costado en su silla cruzando la pierna derecha por sobre la izquierda. No podía quitarle los ojos de encima. Estoy esperando a mi esposa… y sólo eso atinaba a decir cuando ella se levantó.

Con la misma cadencia del baile en sus caderas se acercó a mí, despacio y agachándose lo suficiente para que yo pudiera ver el escote de su blusa, también blanca, me desanudaba la corbata y me cubría los ojos con ella; estaba volviéndome loco, la oscuridad se hizo impenetrable y mis demás sentidos se acentuaron de inmediato. Tomándome de la mano, hizo que me levantara, pegó su pubis al mío y con un suave gemido me hizo saber que había notado mi erección encajándosele en el vientre. Liberó mis manos que al momento buscaron su piel, una descarga eléctrica me despertó en el mismo instante en que las yemas de mis dedos encontraron el borde de la falda blanca, sintiendo por fin la tersa piel de sus muslos. Mis sentidos reconocieron enseguida su reacción, no podía ni quería dejar de tocarla toda. Se había quitado el antifaz, lo sentí cuando su rostro se acercó al mío para gemir en mi oído.

Mis manos parecían saber exactamente en que sitio tocarla para hacerla perder la vertical. Sus labios me atrapaban entre miles de ideas pecaminosas y me perdí, no era capaz de detenerme, la cercanía de esa hembra deseable y deseosa me tenía como animal en brama. Mis dedos cual serpientes se deslizaban desde su cuello hasta sus pechos, bajando por sus hombros los delgados tirantes de la blusa ligera que apenas la cubría ya y que al bajar, rozaba sus pezones duros haciéndola arquear de a poco la espalda. Le acaricié los muslos y sentí que su excitación suprema se revelaba en un gotear secreto que salía de su entrepierna amenazando con empaparla por completo, y a mí. Lento, seguí el camino de humedad hacia arriba hasta llegar a tocar la mojada tela de su ropa interior, la aparté como pude y apenas al rozar sus pliegues, todo su cuerpo explotó en un gemido de placer, un suspiro y un grito ahogado que reprimí con una fuerte mordida en su labio inferior.

Ella quería más. Se arrodilló frente a mí, mis manos se posaron en su rostro y pude sentir su boca abierta en una mueca de lujuria. Me desabrochó el pantalón con presteza y con un rápido movimiento se metió mi pene a la boca. Las uñas de su mano izquierda se me encarnaban salvajemente en las nalgas y su lengua me recorría con maestria el glande. Empezó a masturbarme rápido y cada vez más, yo lo sentía venir, desde el centro de mi ser llegaban las primeras oleadas de sensaciones, me convulsionaba de placer y cuando mis rodillas estuvieron a punto de ceder, ella se detuvo. Se retiró y me quitó la corbata de los ojos. Había vuelto a ponerse el antifaz y mis pupilas tardaron un poco más en acostumbrarse a la semi penumbra que aún reinaba.

Caminó hacia un pasillo, también oscuro, yo no quería perderla y con un par se zancadas la alcancé, la abracé por la cintura y tomé una de sus manos, la llevé hasta su entrepierna para que ella también pudiera sentir su humedad. Llegamos a una puerta, estaba más oscuro que nunca, no podía ver nada. Un nuevo destello de luz roja me golpeó los ojos cuando abrió la puerta. Ella entró con un andar felino y sugestivo, me quedé de pie en el umbral seducido por sus caderas y el vuelo de la falda blanca, sin quitarse el antifaz se sentó en la orilla de la cama manteniendo los ojos cerrados, se llevó el dedo índice de la mano izquierda a la boca y acarició sus propios labios mientras con las yemas de los dedos de la mano derecha tocaba suavemente sus piernas subiéndose la falda. Con una seña me pidió que me acercara y la obedecí de inmediato. Me desnudó por completo y me volvió a poner la corbata alrededor de la cabeza, me resistí pero el toque de sus labios en los míos me doblegó, volvió a cegarme. Guiaba mis manos a través de su cuerpo quitándole la ropa.

Una vez más recorría su piel, aprendiéndola, midiendo las distancias con mi propio cuerpo. Despacio la tomé por los muslos y los acomodé en mi cadera, imaginaba su rostro etéreo, sin antifaz con una expresión irreprimible de placer, sin poder mantener los ojos abiertos. Yo tampoco podía, a pesar de tener los ojos vendados, los cerraba para sentir únicamente el roce de todo su interior en mí mientras la penetraba muy lentamente. La estaba poseyendo como a nadie nunca antes, podía sentirlo en cada centímetro de mi pene que entraba, descomunal, en ella. Las contracciónes de su primer orgasmo no tardaron en aparecer y yo sólo sentía que su vagina me succionaba, no pude evitar gritar en sintonía con sus propios gemidos. El final estaba cerca, no pasó mucho tiempo cuando sentí que el aliento me era arrebatado por el aire previamente respirado por ella.

Me dejé caer sobre su cuerpo, no tenía fuerzas ni siquiera para quitarme la corbata de los ojos. Perdí la noción del tiempo y del espacio, me sentía flotar. No sé cuanto tiempo pasamos así, respirando con dificultad, suspirando profundo, casi sin movernos, cuando me habló por primera vez. ¡Feliz aniversario mi amor! ¿Estás listo para la segunda parte de tu sorpresa?

No pude hacer más que sonreir.

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Luisz

Autor: Luisz

No soy un sapo ...

11 opiniones en “¡Feliz Aniversario!”

  1. Bueno, como mujer sólo puedo decir que si una mujer casada, que ya ha celebrado varios aniversarios antes, todavía conserva un perfecto cuerpo delgado, pero no sólo, sino que es blanca y tiene muslos fuertes y no flácidos y celulíticos… tiene toda mi envidia la muy bitch. Ja!

    Y sólo el príncipe Carlos desconocía las piernas de lady Di.
    Cómo vas a estar casado con alguien que te desconozca si cubres únicamente tus ojos?!?!?!

    Pero… tengo que admitir que cubriste muy bien tu espalda partner!

    Muy bien, el final resulta un tanto predecible en lo que toca a la identidad de la mujer, pero el cachondeo sí me incitó a recordar un capítulo de mi vida, jaja.

    Por otra parte, en mi mejor fantasía sexual las tres nenas usamos antifaces…. so hot!

    Vientos!
    Estamos listos para la segunda parte, sí que sí!

  2. Con el riesgo de parecer poco objetiva…me encantó!

    Como dice Jess, aunque es predecible la identidad detrás del antifaz (supongo que después del primer beso él también ya la había descubierto pero le sigue el juego), el detalle en la descripción logró hacer volar mi imaginación y provocar en mí «eso» que debe de provocar un relato erótico…

    Ya quiero leer la segunda parte!

  3. Jojojo
    Yo también creo que el final fue predecible.
    Pero me gustó mucho, por que indudablemente es todo tu estilo.
    Me queda la sensación de que algo le faltó.
    Quiza un giro mas inesperado.
    Un abrazo Luis Eduardo.

  4. Obvio que él sabía que se trataba de su mujer… la verdad es que esperaba mucho más de tu cuento, Luisz… te faltó la magia… de hecho, si lograste alguna la rompiste con ese final tan… tan… argh!

    Y sí, totalmente predecible… Te faltó mucho, te he leído cosas mucho mejores que ésta.

    Saludos

  5. Que chido matrimonio :P-

    Me gustó la historia y la manera de narrar. Creo que si la intención hubiera sido un final inesperado pues el cuento tendría otro título. Cumple, cumple… y quiero leer la continuación ;).

  6. Creo que no importa que una historia sea totalmente predecible siempre y cuando el recorrido de la misma te atrape en cada línea. Cumple con ser erótica estimulando el líbido.

  7. como dice israel, si esta estimulante, si despierta sensaciones e ideas jeje.

    y bueno la verdad no me latio el titulo y la chida tiene razon, te he leido cosas mas… estimulantes

  8. El relato está bien, pero siento que le faltó más seducción. No hablaremos sobre si sabía o no que era su mujer, tanto puede ser que ya sabía y siguió el juego, porque digo, es su aniversario y él estaba preparado y que claro como no va a reconocer a su vieja nomás con un antifaz, así que dejemos eso. Esta bien, el relato creo que en su estructura y su lenguaje está perfecto. Supongo que la parte dos se ponga más candente. ¿Monjas vampiro lesbianas gemelas adolecentes tal vez?

  9. En lo personal, me gustó. Aunque me hubiera gustado más que al final descubriera que no era su esposa, sino una «amiga» contratada por ella para hacer más interesante el juego.
    Lo de monjas vampiro lesbianas gemelas adolescentes me tienta mucho también.

  10. Por un momento me desviaste a imaginar que talvez no era la esposa, aunque lo de la falda blanca era evidente…aun así el relato en sí me pareció excelente…sólo que no se si sea muy realista,eso de que el hombre se acuerde de los aniversarios como que lo veo en chino jajaja..aunque es tu estilo de narrar…pero que malo eres eh!…haces que se antoje, comes delante de los pobres =p …aunque eso quiere decir que lograste algo y esa es la idea no?… =D

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