Otros Rumbos

-“…Sentimientos?”-

Y con esa pregunta, más bien, la única palabra que alcanzó a escuchar perdió el tren de pensamiento que tal vez lo podría haber llevado a resolver el caso. Suspiró pesadamente mientras tomaba su taza de café frío y bebía un sorbo, ya había perdido la cuenta de las horas que llevaba viendo las fotografías.

-“No te escuché Nubia ¿Qué dijiste?”-

-“Que si pensaba que las personas que hicieron esto tienen sentimientos”-

Él observó a su nueva compañera por un momento. ¿Qué hace una mujer joven y bella como ella en un lugar como este? Ah si, graduada con honores de la universidad, al cerdo del jefe se le ocurrió que le podría ser útil en más de un aspecto. Pobre ilusa, de seguro piensa que está haciendo algo por el mundo.

Bajó nuevamente la mirada a las fotografías del homicidio. Mujer caucásica de 30 años. Herida por 3 disparos, 2 en el pecho justo al corazón y uno en el centro de la frente, en donde se encuentra el tercer ojo, el último sin duda para rematar. Claramente se observaba que este era el trabajo de un profesional, la mujer hubiera muerto desangrada de no haber sido por el disparo en la frente. El resto de las fotografías solo narraba de una manera muy difusa lo sucedido: El asesino tumbó la puerta, mató a la mujer y se fue. La única pista de que habían secuestrado a la pequeña es que la niña no aparecía por ningún lado. Fuera de eso no había nada más, ni una pista. Quien quiera que haya hecho esto lo hizo con una enfermiza elegancia. Esa elegancia ya la había visto en al menos otros 3 casos, ninguno ha sido resuelto.

-“No lo sé Nubia.”- Finalmente contestó. –“Escucha, todavía tengo muchos papeles por revisar ¿Por qué no te vas a tu casa y descansas un poco?”- “Sirve que ya no me interrumpes”, pensó para sí.

Caminó apresuradamente hasta la entrada de su edificio con copias de todos los papeles del caso entre sus brazos, ¿Descansar? ¡Ja!, si quería ayudar en algo tenía mucho que estudiar. Trabajosamente sacó las llaves de la entrada de su bolsillo, hizo malabares para entrar, cerrar la puerta, atrapar unos papeles que se le estaban cayendo y girar para poder subir las escaleras para después estamparse torpemente con una persona que las iba bajando.

“Donde sea el chavo del segundo piso voy a tener que rogar que me trague la tierra” suspiró un tanto aliviada al notar que se trataba de otra persona.

-“¡Perdón!, no me fijé por donde iba”-

No recibió respuesta alguna, la persona solo se agachó, levanto unos papeles que se habían caído y se los entregó.

-“Eres la que se mudó la semana pasada, ¿Verdad?”-

-“Sí, me llamo Nubia, mucho gusto”- trató de extenderle la mano, pero unos papeles que se deslizaban de entre sus brazos se lo impidieron. “¿Así o hago más ridículo?”
–“Perdón, pero mejor entro antes de que riegue los papeles por todo el piso”-

-“No te preocupes”- contestó y se dirigió a la salida del edificio.

Nubia subió unos escalones antes de volverse. –“Oye y ¿Cómo te llamas?”-

-“Isabel”-

-“¡Mucho gusto!”-

Finalmente entró a su departamento y después de dejar todos los documentos sobre la mesa se desplomó en su sofá.

-“Que onda, ¿Con quien hablabas?”-

-“Creo que con una chava del edificio”-

-“¿Crees? ¿La conozco? ¿Estaba buena?”-

-“No, de hecho no la había visto, pero si era muy guapa”-

-“Nubia, ya se que no eres de por aquí y que trabajas con detectives, pero ya deberías de saber que…”-

-“Si ya sé, ya sé, no llevo ni una semana aquí y ya me lo dijiste miles de veces: No hay que hablar con extraños, podrían ser… ¿Qué era? ¿Violadores…Rateros…Psicópatas?”-

-“Asesinos Nubia, ASESINOS”-