El sonido del silencio

(Dale play y comienza a leer)

Miré a mi alrededor.

Intenté encontrar un cálido sentimiento entre la Oscuridad.

Pero no ha habido noche más fría que ésta.

Aún en plena primavera.

Cuando todo a tu alrededor carece de luz, sólo podemos volvernos una sombra más.

Ella lucía tan triste la noche que la conocí.
Aún cuando usaba colores nítidos en su vestimenta.
Creo que su aire nostálgico fue lo que hizo que yo dejara de titubear y me aproximara a su lado.
Pero parece que no notó mi presencia.
Se encontraba absorta en sus pensamientos.
Abrí mis labios para saludarla, pero no me atreví a balbucear palabra alguna, así que abandoné el lugar.

No he dejado de asistir cada noche hacia este mirador.

Aún cuando mi visión empeora debido a mi mal congénito.

Sólo sé que las luces de la Ciudad a lo lejos son lo único que me hacen sentirme viva.

Sus destellos me alegran unos instantes.

El conductor del taxi suele colocarse a unos pasos de mí y sé que me observa.

Más nunca me dirige la palabra.

Y simplemente, regresa a su asiento.

Sé que siente lástima por mí.

Cada noche regreso al mismo lugar.
Porque puedo verla llegar en el mismo taxi y colocarse en la misma posición al bajar.
Cada noche su figura ilumina más mi vida.
Pero sigue absorta en sus pensamientos.
Y no sé qué hacer o decir para romper el silencio que tan delicadamente ella convierte en un excitante sopor.
Cada noche la miro unos instantes para luego retirarme de ahí.
Y regresar a mis tinieblas.

Hoy vengo a despedirme de ti, ciudad inmortal.

Los doctores no me dan ninguna esperanza.

Y una huérfana como yo, no tiene ningún salvavidas al cual aferrarse.

Pareciera que mis ojos saben que verán por última vez ese magnífico paisaje, porque las luces brillan especialmente esta noche.

Sé que lo hacen para mí.

Otra vez el conductor me observa, y nuevamente regresa a su lugar.

Pero yo no volteo a verlo, mi vista está distorsionada, más no así mi sentido común.

Cuando todos se han ido, subo nuevamente al taxi.

Tengo la intención de preguntarle qué piensa mientras me observa cada noche.

Pero sé que su respuesta me derrumbaría aún más.

Así que no pronuncio ninguna palabra, sólo intento reconocer las calles que vamos pasando.

Llego a mi destino, desciendo por última vez del taxi, entro a mi habitación y observo la jeringa adquirida en el mercado negro.

Mi vida es el silencio, ahí pertenezco.

He olvidado por completo el tono de mi voz.

Sólo llevo en mi mente el sonido del silencio, de mi silencio…

Suena así……..

Del mismo autor:

• Mi madre
• Carnaval de Media Noche
• Historias de desagüe: Ratas de alcantarilla
• La Luz No Encendió (jess)
• El aprendíz.