Historias de desagüe: Ratas de alcantarilla

Escrito por Générique.

Sólo un perro. Fue lo que me dijo mi primo. Sigue el río hasta la empacadora y camina al lado de la cerca hasta el lado norte, donde verás la entrada al desagüe, la planta tiene un sólo perro y siempre está del otro lado, así que no te preocupes. Fue lo que dijo mi primo. ¡Idiota! Seguí las instrucciones al pié de la letra hasta que a mitad de camino, entre la cerca y la planta, una jauría me escoltó hasta la entrada del desagüe.

Después de correr unos minutos más por el angosto tubo me detuve a recuperar el aliento y fue entonces cuando me pregunté ¿qué hace un ratón de campo queriendo probar suerte en la ciudad? Y hubiera dado marcha atrás en ese preciso momento de no ser por los perros, que seguramente aún custodiaban la única salida disponible.

Finalmente, después de unas dos horas más de marcha y siguiendo siempre por el que pareciera el desagüe principal llegue a un gran colector, el punto donde, si no había equivocado las instrucciones, me encontraría con mi primo.

Los minutos de espera me empezaron a poner muy nervioso. Primero fueron las historias de cocodrilos en los desagües de la ciudad, pero pronto mi atención se centró en la gran cantidad de criaturas que transitaban por ese colector, vi a varias ratas con las que no me gustaría encontrarme a solas en un desagüe abandonado.

En cuanto apareció mi primo me sentí mucho más tranquilo. Lo primero que quise saber fue cuando saldríamos de los desagües para ver la gran ciudad. Sí, el sistema de desagüe es lo más impresionante que había visto hasta entonces, y aún no comprendía como podía alguien orientarse ahí dentro, pero había escuchado tantas cosas acerca de la ciudad ¡que no podía esperar!

Mi primo me explicó que había demasiada gente en las calles de la ciudad durante el día, demasiado movimiento, dijo, para ver la ciudad de día, así que aquí vivimos de noche. Es cuando hacemos la ciudad nuestra, me aseguró. Sin embargo, ante mi insistencia de echar aunque fuera un vistazo a la ciudad, accedió a llevarme al zoológico. Me explicó que el zoológico cierra temprano, un par de horas antes del atardecer, y sólo hay que mantenerse lejos de los de intendencia.

El zoológico me recordó mucho a la granja de la que venía, todos los animales en sus corrales, pero los corrales aquí eran de acero y concreto y los animales eran muy diferentes a los que yo conocía. Los pingüinos fueron los que más llamaron mi atención y me quedé observándolos hasta que se puso el sol. Jamás había visto unos pájaros así, tan tranquilos, tan simpáticos y tan elegantes como ningún animal. La mayoría conversaban en grupos, unos cuantos nadaban. Nadaban y salían del agua completamente secos, para conversar tranquilamente con algún otro invitado en esa gran fiesta de gala.

Pronto después de dejar el zoológico llegamos a la alcantarilla donde vive mi primo. Una alcantarilla pequeña pero muy elegante, en el centro de la ciudad. Aquí el espacio es escaso, me comentó mi primo, pero uno puede vivir muy bien si sabe hacer negocios. Cenamos algo ligero y me anunció que era tiempo de ver un poco de la ciudad. Podríamos ver un poco antes de que él tuviera que ir a atender sus negocios.

Salimos del desagüe a la calle justo arriba de la alcantarilla donde mi primo vive y por algunos minutos no pude cerrar la boca, la altura de los edificios y todas las luces eran un espectáculo sobrecogedor; después de caminar un par de cuadras noté que en lo alto, entre los edificios, se alcanzaba a ver el cielo, pero no se veía ni una estrella y por un segundo sentí un poco de nostalgia, pero pronto las luces llamaron de nuevo mi atención ¡ah, qué brillantes las luces! Por primera vez pensé que había sido buena idea venir a la ciudad y que si tenía éxito aquí ¡tendría éxito en cualquier lado!

Antes que mi primo se despidiera para ir a trabajar me dijo que no tenía que regresar a nuestra alcantarilla de inmediato, sigue media cuadra en esa dirección, me dijo apuntando a una gran avenida, ahí hay una cloaca por la que puedes regresar al desagüe, sigue en la misma dirección cuadra y media, dobla a la derecha y media cuadra adelante encontrarás una alcantarilla bajo un club de jazz, seguro la pasarás bien. Prometió alcanzarme ahí al menos un par de horas antes del amanecer.

Al llegar a la alcantarilla bajo el club de jazz vi una enorme rata negra parada junto al desagüe de acceso y estuve a punto de dar la vuelta, pero al final decidí seguir adelante y justo al llegar al acceso la enorme rata se hizo a un lado y con voz ronca me dio la bienvenida. Pase una extraordinaria velada, me dijo.

El lugar estaba lleno de humo y la suave música de jazz que invadía la alcantarilla invitaba a relajarse. Me dirigí directamente a la barra y pedí una cerveza a la que dí dos tragos gordos tan pronto como el barman la puso frente a mi. Empezaba a sentirme en casa cuando vi, al final de la barra, a una hermosa ratita blanca ¡como nada que hubiera visto antes! De elegante figura y largas piernas, en un entallado vestido escarlata, con discretos pendientes de perlas y un collar a juego.

Por un instante sentí que mi corazón se detenía y un segundo después mi corazón corría una loca carrera, que parecía que se saldría de mi pecho. La ratita al fondo de la barra fumaba despreocupadamente un cigarro y ocasionalmente daba un pequeño sorbo al martini que tenía enfrente, no que alguna vez hubiera tomado un martini, no, pero uno lee y se cultiva un poco ¿sabes? ¡Eso era un martini!

Al fin tomé un poco de valor, encendí un cigarro, le dí una gran bocanada y tomé un trago más de mi cerveza. Y con cerveza en una mano y cigarro en la otra me aproximé lentamente al final de la barra. Al acercarme a ella, casi como si me hubiera sentido se dio vuelta y me miró a los ojos. Por un instante que me pareció una eternidad me perdí en sus enormes ojos verdes; al fin sonreí tímidamente, ella me sonrío y con seductora voz me dijo hola. Pasó un momento sin que yo pudiera decir nada, perdido aún en sus ojos ¡Caray! Es la primera vez que pienso tanto. -Ja ja ja- y es la primera vez que me quedo en blanco.

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Autor: jess

Nacida bajo la casa de Acuario. En un lugar de México donde la vida no vale nada, porque allí, hiere el recuerdo. Idealista, pero real. Surrealista Realmente. Tendencia a buscar el color azul. Pueblerina. Fan número uno de CR7. Principal consumidora de queso, chocolate, café y cerveza. En búsqueda de la perfección, o evolución, en su caso.

6 opiniones en “Historias de desagüe: Ratas de alcantarilla”

  1. Pixie, ¿lo ves? los roedores no son tan escalofriantes y tienen también vidas de las que sabemos poco. Gracias por el comentario.

  2. Heeeeey!!! Venía a ver si me habían respondido, pero me encuentro con que no está mi comen!!

    Asssh no es posible, pero bueno, decía que un gusto enorme el que hayas aceptado colaborar en este blog, y más gusto el hecho de que me hayas tomado en cuenta con el detallazo de esos encantadores seres que me roban el corazón….

    Esos desagües…. tienen verdaderas historias…. de blog.

    Mil gracias Générique!
    Súper chido!!

  3. Jess, al contrario, ¡gracias por la invitación!

    Y bueno, no solo ese párrafo que sabes que los escribí para ti, está también la última línea, las últimas dos frases, que las escribiste tú. El final que tu escogiste y escribiste.

    De nuevo gracias ¡Me divertí mucho! =)

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