Hay una mansión enfrente de él, cosa que le parece curiosa considerando que alrededor de la mansión solo hay bosque. Observa la mansión por un momento, la fachada le recuerda a esos palacios de lujo que a veces se ven en la televisión, una casa larga con muchas ventanas y aún más adornos. Cuando siente que ha visto lo suficiente se dirige a la entrada de la habitación y entra. Dentro de esta mansión hay una reunión/fiesta con todas las amistades que tiene. El vestuario es extraño, excéntrico incluso pero por alguna razón no lo ve raro. En el salón principal predomina un color rojo opaco y el color café. Camina por el salón hasta que ve una puerta que llama su atención. Va a la puerta, la abre y entra por ella cerrando tras de sí.
Esta habitación es distinta: piso, paredes y techo son de un blanco similar al de los hospitales. En el centro de la habitación hay una escalera de caracol, blanca también.
-¿Subes o no?
Una niña que no había visto está parada a su lado. Él la observa, la pequeña debe de tener alrededor de 10 años. Su vestimenta es del mismo color del cuarto. Ella empieza a subir las escaleras. El por alguna razón no se mueve, ella desaparece de su vista y después de unos momentos regresa del piso de arriba con una pequeño cofre azul con bordes dorados entre sus manos. Él estira su mano hacia el cofre.
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En sus manos retenía el que, estaba seguro que no exageraba, era su futuro. Le llamó la atención en qué momento un sobre cerrado de papel pudiera contener su futuro. Si este contuviera una carta de amor podría ser, el cheque de la herencia, los resultados del análisis, algo que tuviera un poco de sentido…. Nada de eso.
Miró a su alrededor, se encontraba en el techo de algún alto edificio. Desde donde estaba parado la vista era apabullante. En el horizonte no se podía distinguir la tierra del cielo. Un atardecer pintaba las nubes con matices que iban del azul al amarillo, con colores intermedios morados, rosas, rojos y naranjas. Caminó a una de las orillas hasta que las puntas de sus pies estaban en el aire. Observó la ciudad, allá abajo había un mar de movimiento. Coches, profesionistas, niños, bicicletas, estudiantes, perros, todo se conjuntaba en un festival de movimiento que parecía no tener fin.
Regresó su mirada al sobre. Lo abrió. Dentro de este se encontraban 2 fotografías. En una veía lo que quedaba de un coche destrozado. Le faltaba la puerta del pasajero, el techo estaba hundido, al igual que el cofre. El parabrisas estaba destruido en cientos de fragmentos regados por el pavimento y la tapicería. La pintura del coche, o lo que quedaba de ella estaba levantada. La guantera estaba abierta y el contenido estaba regado en interior del auto: diversos documentos, un cofre azul con bordes dorados, monedas y un libro. Era de noche en la foto.
La otra fotografía era de una niña. Vestía de blanco. Aunque tenía la impresión de que la conocía no recordó de donde.
Una fuerte ráfaga de viento sopló justo en ese instante arrancándole las fotos de su mano. Por reflejo estiró la mano intentando atraparlas y dio ese paso que le faltaba.
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Entró en la casa y cerró con fuerza. Las piernas le fallaron en ese momento y se apoyó en la puerta deslizándose hasta el piso. Su corazón latía como una locomotora, sudaba frío, su garganta estaba seca y su respiración era entrecortada. Apenas y podía pensar con claridad. Las sienes le palpitaban. No podía dejar pasar mucho tiempo. Ellos vendrían por el y se lo llevarían. Fue por una silla a la sala y trabó la puerta de la entrada. Probó con el interruptor. Nada, la luz no encendió. Ya con la respiración más tranquila trató de pensar con claridad. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Lo único que recordaba era cuando corría desesperado tratando de buscar un refugio. Un lugar donde ellos, un escalofrío recorrió su espalda al pensar en sus rostros, no lo alcanzaran.
Una sombra lo hizo pensar de nuevo en la seguridad de su refugio. Apenas se daba cuenta del tamaño de las ventanas. ¿Tenían barrotes? No estaba seguro. Consideró sus opciones:
Por una parte podría salir y arriesgar a que lo atraparan en las calles donde no sabría a donde ir, tendría que vigilar muchos flancos y estar en constante movimiento.
Su otra opción era quedarse en la casa y arriesgarse a quedarse acorralado sin tener a donde huir si encontraban la manera de entrar.
Un ruido, esta vez del interior de la casa lo volvió a sacar de sus pensamientos. Es posible que la casa no fuera segura para empezar. En lo que decidía que hacer consideró que necesitaba al menos algo con que poder defenderse.
Se dirigió a la cocina, lo mejor que se le ocurrió fue buscar un cuchillo. Fue ahi cuando la vio: la caja azul con bordes dorados. Esa caja era importante. Olvidando momentaneamente su predicamento la tomó.
-¿Ya te decidiste?
-¿De que hablas?
-O les haces frente a ellos y a mi y te quedas o te decides por el contenido de la caja y te vas.
Escuchó como tronaban los cristales y golpeaban la puerta hasta abrirla por la fuerza, estaban adentro. Miró por primera vez a la fuente de su voz, al fin reconoció a la niña y entendió todo. Su voz se quebró.
-Tengo miedo.
-Es algo que tienes que hacer.
-Yo no quería…
-Lo sé, pero tienes que hacerlo.
Miró la caja.
-Fue un accidente, te juro que…
-Ya lo se
– …solo me distraje un momento, solo quería que vieras tu regalo.
-Ya lo se
Ya estaban en la cocina, faltaba poco para que lo atraparan. Finalmente tomó una decisión.
-¿Me perdonas?
-Sabes que si.
-¿Te volveré a ver?
-No lo se, pero te estaré esperando.
Miró a los invasores, ya era tiempo.
-Ellos ¿Són mis miedos?
Ella asintió, el abrió la caja.
-Adiós.
—
-Fue muy extraño
-¿Cómo crees? ¿Por qué?
-Fue anestesia general, lo sedamos por completo, aun así me dió la impresión de que estaba soñando.
-Cuando el cerebro empieza a asfixiarse puede provocar alucinaciones.
Silencio
-Son chingaderas
-¿Cómo estuvo?
-Pues parece ser que el hermano perdió el control del auto. La pequeña murió al instante. Al hermano lo trajo la ambulancia. Lo estuvimos operando durante varias horas. Tuvo 3 paros cardiacos, en los primeros 2 logramos reanimarlo pero en el tercero…
-Ya sabes lo que dicen.
-Me caga esa frase. Como si alguien estuviera contando.
Primero pensé en Resident Evil, luego en Silent Hill, luego en el coche de Sergio, luego no sabía ni que pedo y al final resulta que era anestesia.
You tricked me!
Muy bueno. Perfectamente desarrollado, y dificil de adivinar la final. Me gustó mucho.
Me gusta el carácter onírico-simbólico que tiene la historia en general, particularmente la primera parte. La casa, la escalera, la niña, el cofre… La parte del edificio me recordó un poco a «Abre los ojos», o en su defecto «Vanilla Sky». Del cierre, me gusta que no tiene ninguna descripción, está construido simplemente con diálogos, una conversación casual entre dos doctores que desconocen por completo la odisea del protagonista.
Yair: No dude, yo no gobierno tus pensamientos como para engañarte.
Haydee: Que bueno que te gustó, la verdad yo no andaba muy convencido, gracias por el comment.
Raúl: Je, no había pensado en las películas hasta que las mencionaste, jajaja, pero tienes razón, si tiene parecido. También entiendo que te gustó, cosa que te agradezco.
Saludos a todos!!