Camino como cualquier otro día a la esquina de la calle en donde vivo, aproximadamente 10 taxis ignoran mis intentos por llamar su atención para poder ir a mi trabajo, supongo, después de todo, si yo fuera ellos, tampoco querría parar por alguien con mi aspecto.
Cierro los ojos, doy un paso al frente, decidido a ser golpeado por los autos y terminar con la espera de una vez, golpeo con el frío de la puerta un taxi ahora ya detenido, al fin uno había decidido llevarme hasta la estación del metro, en buena hora. No deja de mirarme por el espejo del retrovisor, apenas volteo a verlo y desvía la mirada, yo tampoco querría sostener la mirada con alguien tan repugnante como yo.
Ya dentro de la estación veo las vías del metro, escucho a lo lejos el sonido de un vagón acercándose, poco a poco voy sorteando a la gente, me acerco más y más a la orilla, esta vez no deseo cerrar los ojos, estoy decidido…
—Disculpa ¿qué hora son? – Me toma por el brazo una chica de no más de 20 años, ojos negros, profundos, piel blanca, simplemente hermosa, una princesa, me es incomprensible que estaba pensando para pedirme a mi, precisamente a mi esa información.
—¿Qué hora es?- la corregí.
Mientras la princesa ponía una cara de “pinche mamón” la gente empezó a subir a los vagones, me arrastran hacia dentro, 4 paradas después bajé y en una marea de gente me vi arrastrado hacia la salida.
De nuevo la misma mierda de todo, desde que ella no está todo es lo mismo, me pregunto en que estaba pensando cuando nos dejó… de ese modo. Ya han pasado varios meses y las horas en el trabajo se me van así, pensando siempre lo mismo, no entiendo como no me han corrido aún, ¿será lástima? ¿Me desempeño igual que siempre? Creo que simplemente no les importa.
Me falta el aire, salgo a la azotea del edificio a tomar aire, desde acá arriba todo se ve más claro, puedo entender por que lo hizo, las nubes son fáciles de tocar desde aquí, todo se ve tan pequeño, así somos todos, pequeños, insignificantes e invisibles, me encuentro a solas con el mundo, aquí no hay nada ni nadie para detenerme, abro mis brazos y me entrego a la gravedad…
Me gusto como quedo implicito eso de la tercera…. porque era repulsivo? no entendi.
Irónicamente el final lo esperaba distinto, o al menos no me gustó que fuera tan obvio que se iba a lanzar de la azotea.
le falta desarrollo, esta muy telegrafiado. que es lo que motiva al suicidio o desmotiva a seguir viviendo (osease, lo mismo nomas que volteado), quien es ella? lo del metro fue flashback o que?
abro mis brazos y me entrego a la gravedad…
…sin embargo, mis pies aún firmemente asidos al techo de aquel edificio se niegan a ceder ante la embriagante succión del centro del planeta, ni siquiera este tercer intento funcionó, soy un cobarde, no la pude retener a mi lado y no tengo siquiera la fuerza para lanzarme.
– Si decides no lanzarte, ¿tendrás fuego?– preguntó con una sonrisa.
¡Ahí está la magia! jojojo
El que es feo, es feo, eso que ni qué. Me parece que hasta se tardó, pudo ser desde la segunda.