—¡¡¡Dispara, dispara, dispara, disparaaaaaaaaaaa!!!
—!!!Ahhhhh!!!
El sonido de las balas descargarse resonó por todo el pasillo, pero aún así pude escuchar los impactos al entrar en el cuerpo del objetivo.
Ricardo, Arturo, Elena y yo habíamos sido asignados para mantener el hospital a salvo, en cuarentena y en orden hasta que el helicóptero llegara con las vacunas. Éramos el mejor equipo de la fuerza, por eso nos habían confiado la locación, y por eso éramos solamente los cuatro.