Dos por dos

Juro por Dios que jamás lo vi venir, era un día cualquiera en el que todo me sale mal. Claro está que todos los días son así, todo me sale mal siempre, pero en cuanto las vi supe que la historia estaba por cambiar.

Como de costumbre, me desperté tarde y con el pito parado, no tenía ganas de ir a trabajar y mis ojitos de regalo hinchados por tanto dormir se negaban a abrirse, así que, a tientas salí de mi cama y me dirigí al patio de atrás para prender el bóiler. De verdad es increíble como, a pesar de llevar ya dos años viviendo en esta casa, seguía sin poder recordar que cada trece días, religiosamente se termina el cilindro de gas y hay que cambiarlo. Como podrán adivinarlo, hoy me bañé con agua fría a las cinco y media de la mañana. Media hora más tarde de lo usual.
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A las nunca y media.

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El poeta rastafari estaba haciendo una pausa dramática que había durado bastante ya, al menos para mi gusto. No me siento cómodo con el silencio, por eso vine aquí. No quería estar solo escuchando los gemidos lastimeros de mis demonios que, desde su partida, no dejaban de atormentarme. Aquí la música es lo suficientemente fuerte para sosegarlos pero no tanto como para evadirme de mis propios pensamientos positivos, si es que quedaba alguno. Continuar leyendo «A las nunca y media.»

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Fue chiste, parezca lo que parezca.

Primera parte (Click para leer).

Rosa caminaba por la oscuridad del callejón número veintisiete del pueblo cuando sintió el irrefrenable deseo de volver a su oficina. No tenía nada que ver con la adrenalina que la inundaba siempre que pasaba por ese lugar, sitio conocido de malvivientes, drogadictos y pandilleros; le gustaba incluso, por eso sonreía mientras caminaba con ese aire de autosuficiencia que sólo te da el saberte una profesionista que puede hacer lo que le plazca. Se detuvo.

Una voz que no era la de Alaska no dejaba de llamarla por su nombre: Rosa, Rosa. Pensó en su madre y la culpó por todas las burlas y albures que desde el kinder le habían hecho por su nombre, se acordó de Simoncito, su compañero de banco que le jalaba las trenzas y le pellizcaba las piernas. Por primera vez sintió miedo de caminar de noche por el callejón número veintisiete, quiso esconder el ipod pues no quería que se lo robaran. De pronto, las luces de los faroles de la calle se encendieron de un solo golpe cegándola momentáneamente.

Cuando abrió los ojos, de pie frente a ella, un hombre Continuar leyendo «Fue chiste, parezca lo que parezca.»

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Menos a ti que a ninguna …

Desde adolescente habías decidido mantenerte virgen hasta el matrimonio. La primera vez que nos vimos me lo dijiste y aunque dudé por un instante de tus valores y quise convencerte con el tiempo, el mismo me demostró -y a ti- que no iba a ser sencillo. No era que en ese momento no te quisiera para toda la vida, lo hacía, te deseaba como un loco; más que eso, te quería desde la primera vez que mis ojos se posaron en ti. No lo sé de cierto, digo, nunca antes había sentido eso que a otros les da por llamar ‘amor a primera vista’; pero si algo así existe, tú eras la prueba viviente caminando y contoneándote justo frente a mis ojos. Pasé por mucho, por mucho para que aceptaras salir conmigo, pero eso ya lo sabes. Todo el camino andado nos ha traído hasta este día. Y te ves tan hermosa vestida de novia. Continuar leyendo «Menos a ti que a ninguna …»

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¡Feliz Aniversario!

Estoy esperando a mi mujer, hoy es nuestro aniversario, le dije sin dejar de mirarle las piernas. No podía, la vaporosa falda blanca me tenía hipnotizado. Sus muslos blancos y firmes me revelaban las más maravillosas y celestiales visiones. Pero no debía dejarme caer en la tentación, no así, no aquí, no hoy. Continuar leyendo «¡Feliz Aniversario!»

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