Cerró el libro, se recargó en el respaldo del sofá y miró hacia el techo. Había sido una buena historia. Reflexionó el desenlace mientras los últimos detalles de la novela que acababa de leer se grababan en su mente.
Después de un rato se levantó y acomodó la novela en el enorme librero de su casa junto con todos los demás libros que ya había leído con voracidad. Aunque tenía una enorme colección de libros, también contaba con una amplia colección de novelas gráficas, cómics, documentales, películas, series de televisión, videojuegos y manuscritos propios que nunca publicó. Toda esta gran colección solo tenía una cosa en común: La historia le había fascinado.