El templo

Recorriendo oriente medio, después de una larga temporada de ayuno, llegué a las puertas de un templo a solicitar alojo. Me condujeron hasta el centro del templo, donde una bóveda colaba luz en una hechizante penumbra, y ahí me dejaron. Trajeron un banco de madera y me sentaron. Alrededor de la luz comenzaron a moverse las paredes. Sin darme cuenta, frente a mí, una mujer hincada tocaba con su frente el suelo. De la oscuridad que me rodeaba comenzó a cantar el correr del agua. La mujer, como lo hacen los gatos caminó hacia mi, mostrándome sus mansos ojos azules, como de cachorro. Se ataviaba de una túnica azul y su cabello caía sobre el suelo. Cuando se encontró a mis pies, desató mis sandalias y Continuar leyendo «El templo»

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¡Feliz Aniversario!

Estoy esperando a mi mujer, hoy es nuestro aniversario, le dije sin dejar de mirarle las piernas. No podía, la vaporosa falda blanca me tenía hipnotizado. Sus muslos blancos y firmes me revelaban las más maravillosas y celestiales visiones. Pero no debía dejarme caer en la tentación, no así, no aquí, no hoy. Continuar leyendo «¡Feliz Aniversario!»

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Ella

Después de tanto tiempo, aun recuerdo como se sonrojaba cuando acostada sobre mi lecho, lentamente la desnudaba y atentamente la contemplaba.

–“¿Por qué a mi me desnudas toda y tu te quedas vestido?” era siempre su reproche, el cual era la indicación que yo estaba esperando para desvestirme todo. –“Siempre te desvistes todo, eso me gusta” decía con cara de satisfacción al haber logrado su cometido.

Y, aunque sé que no era la más guapa del mundo… juro que era más guapa que cualquiera.
J. Sabina.

Después de tanto tiempo, aun recuerdo como se sonrojaba cuando acostada sobre mi lecho, lentamente la desnudaba y atentamente la contemplaba.

–“¿Por qué a mi me desnudas toda y tu te quedas vestido?” era siempre su reproche, el cual era la indicación que yo estaba esperando para desvestirme todo. –“Siempre te desvistes todo, eso me gusta” decía con cara de satisfacción al haber logrado su cometido.

Yo desnudo, ella semidesnuda tan solo con sus bragas me permitía empezar a elaborar una cartografía mental con la yema de mis dedos de su cuerpo. Ella, apenada, cubría discretamente sus Continuar leyendo «Ella»

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Natalie

Todas ellas tienen un precio.

Tanto las anoréxicas que bailan semidesnudas, como las espectadoras recatadas que acompañan a sus esposos.

¿Cuál es el precio de la belleza?

No importa qué tan bonita o sensual luzcas, siempre habrá alguien mejor.

La mujer más hermosa que yo conocí no fue aquí, no, para nada, no tendría cabida aquí, todas esas que estás viendo en estos momentos, no le llegan a Mi Natalie; ni la rubia falsa que usa vestido rojo de satín y tiene labios carmesí y baila mostrando la parte inferior de su negligé, ni la chica morena extranjera que viene acompañando al pobre anciano que más parece su abuelo que su amante, ni siquiera aquélla chica oriental que acentúa el tono blanco de su piel con el vestido negro escotado en el que está ceñida.

Todas ellas tienen un precio.

Tanto las anoréxicas que bailan semidesnudas, como las espectadoras recatadas que acompañan a sus esposos.

¿Cuál es el precio de la belleza?

No importa qué tan bonita o sensual luzcas, siempre habrá alguien mejor.

La mujer más hermosa que yo conocí no fue aquí, no, para nada, no tendría cabida aquí, todas esas que estás viendo en estos momentos, no le llegan a Mi Natalie; ni la rubia falsa que usa vestido rojo de satín y tiene labios carmesí y baila mostrando la parte inferior de su Continuar leyendo «Natalie»

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Cierra los ojos

De todas las cosas que le había pedido que hiciera esta le pareció, si no la más extraña, sí la más personal. Desde hacía tiempo no se había sentido tan expuesta como hasta ahora, siempre se había sentido orgullosa de ser una mujer segura de su sexualidad. Cuando se lo pidió no le pareció la gran cosa, ahora que en verdad tenía que hacerlo se sintió nerviosa.

De todas las cosas que le había pedido que hiciera esta le pareció, si no la más extraña, sí la más personal. Desde hacía tiempo no se había sentido tan expuesta como hasta ahora, siempre se había sentido orgullosa de ser una mujer segura de su sexualidad. Cuando se lo pidió no le pareció la gran cosa, ahora que en verdad tenía que hacerlo se sintió nerviosa.

Él la observaba con cierta curiosidad, estaba semidesnuda recostada en su Continuar leyendo «Cierra los ojos»

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