No me gusta recordar el pasado.
Pero éste, se empecina en hacer acto de aparición a cada instante.
Lo encuentro en cada esquina, en cada prostituta, en cada carro que arranca, en cada edificio, en cada mirada que se atraviesa en mi camino.
Antes de casarme con la “mujer de sociedad” que me impusieron mis padres, conocí a Sofía.
Podría olvidar en casa mi licencia, mi pasaporte, mi tarjeta golden, o hasta las llaves de mi casa, pero nunca podría olvidar su fotografía. La llevo siempre conmigo.