Esta es la historia de una niña que todos los días salía a caminar con un gato entre los brazos. Se llamaba Yu Mao Tong. Parecía indígena y era europea, pero todos pensaban que era asiática. Nadie sabía por qué esa indígena, digo, esa asiática, digo, esa europea, salía todos los días a caminar con un gato entre los brazos como una loca. Se rumoraban muchas cosas. Unos decían que el gato estaba muerto, otros que no era de verdad, y algunos tantos afirmaban que se trataba del mismísimo diablo.
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La luz no encendió (Lorena)
Si la luz hubiera encendido Nubia hubiera sido capaz de darse cuenta de que Isabel se encontraba ahí, parada junto a ella, observándola hablarle a la nada, acariciando y llorándole al viento y, sobre todo, repitiendo una y otra vez la misma frase como si esto formara una conversación con la oscuridad en la que esta vez ambas se encontraban.
– ¡Abre los ojos, perra!, ¡Abre los ojos, perra!, ¡Abre los ojos, perra!, ¡Abre los ojos…
Esto fue lo que impidió que Isabel la matara, mientras sostenía su nuevo cuchillo (el número 50 en su colección), el cual se disponía a estrenar en ella. Un hermoso bisturí que había robado la primera vez que había llegado al hospital a visitarla ¿Cómo no se me había ocurrido conseguirme uno de estos antes?, es muy bonito.
La luz no encendió (Beto)
Ah pues era un mundo asi bien cabrón donde los zombies y los robots dominaban a los seres humanos, los robots traian su desmadre tecnológico bien loco pero necesitaban combustible zombie para funcionar, el combustible zombie consistía en sacrificar algunos zombies metiendolos a la gran fábrica de combustible zombie, el pedo era que los zombies se alimentaban de cerebros humanos para sobrevivir, asi que los robots mantenian enjaulados a los seres humanos que quedaban y de ves en cuando liberaban algunos en el país zombie (país en el que vivian todos los zombies) para que los zombies los comieran.
La luz no encendió (Jorge)
¿Como había llegado a este lugar? Volvió a recorrerlo con la vista como si eso le fuera a dar la respuesta. Todo estaba justo donde lo recordaba. La cama, la mesita y las sillas infantiles en una esquina del cuarto, los peluches sobre el buró, la fotografía sobre el escritorio, su ropero, el baúl al pie de la cama. No cabía duda, en ese cuarto había vivido hasta los 15 años y cuando se marchó, fue para no volver. ¿Cómo es que ahora estaba de regreso?
-“Estamos es una construcción de tu mente, este fue el único lugar donde alguna vez nos sentimos a salvo”-
La luz no encendió (el Cuervo)
Mis ojos tardaron en acostumbrarse a la penumbra, se oyeron algunos gritos de pánico por el repentino apagón, además de algunos murmullos y risas; una voz con tono autoritario increpó a quienes al parecer eran empleados del lugar para que verificaran lo que había sucedido con la energía eléctrica, ¡la luz no encendió!, se escuchó a lo lejos, cuando de forma inesperada, repentino como fue el corte de energía, regresó la luz a la cafetería en que me encontraba, mis pupilas se contrajeron al instante como reflejo al inesperado destello del viejo candelabro que se encontraba sobre mí.A pesar de haber perdido la noción del tiempo desde que me encontraba allí, podría jurar que llevaba no mas de quince minutos, pues sobre la mesa rectangular que estaba frente a mí, limpia y sin ningún rastro que indicara que ahí había comido alguien, únicamente se encontraba una servilleta de tela y un cenicero, momento en el que se percató de mi presencia aquella persona con voz autoritaria, de inmediato se dirigió hacia donde me encontraba, se detuvo tan solo a un par de pasos de la silla que ocupaba y me concedió una gran -y aparentemente sincera- sonrisa, me preguntó si me encontraba bien a lo que contesté con un simple y sencillo monosílabo, «sí».