Del miedo y las ganas de coger

… no había nadie, el tren se había detenido y salió del vagón, se preguntó si seguiría soñando y en eso recordó que uno no puede leer en los sueños, volteó a todos lados y no encontró algo para leer, agarró su cartera y sacó una credencial: Juan Pablo López López, chingado, sí era él, sabía que ese era su nombre, ni como cambiarlo, desde que iba en la prepa le decían “el Papa” en un destello de originalidad de sus compañeros que se burlaban de sus dos nombres, y fue por eso que se dio cuenta que no estaba soñando, caminaba sin saber a donde, pero por la luz, por que seguía todo cagado por el sueño que tuvo y por el niño y el anciano que lo estuvieron siguiendo según él.
Seguía caminando por la calle, esperando a que pasara un Continuar leyendo «Del miedo y las ganas de coger»

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Monólogo de Dios briago

Justo cuando iba a salir y la alarma empezó a sonar hubo una gran explosión, así choncha . . . boooooooooooom!!!, todo fué desconcertante, el tunel por el que venia el metro se empezó a llenar de aire muy caliente y el wey pensó «ya valió verga», cayó una viga a un lado de el de forma que la salida se bloqueaba y quedó atrapado, ahi estaba sólo, tenia un zumbido en los oidos horrible y la vista nublada, los sonidos cercanos se escuchaban muy graves, no sentía dolor, son sólo los síntomas de una descarga de adrenalina por todo ese pedo, trató de protegerse, dió unos pasos atrás, miró al rededor tratando de buscar una forma de salir, por un momento pensó en irse por el tunel del metro pero conforme avanzaba se sentia el aire mas y mas caliente, así como cuando estas comiendo carnitas junto al cazo pero sin el olor sabroso del puerco cocinandose, en fin, no quedó mas que sentarse y esperar a cocinarse lentamente pues el aire subia de temperatura en cada momento.

Sin embargo al caer al suelo esperando que Continuar leyendo «Monólogo de Dios briago»

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Persecuciones.

-Esta ciudad me ha vuelto cada vez más neurótico.

Pensó con tristeza mientras una vez más observaba a su alrededor con la mayor discreción que podía.

Desde que llegó a la estación del metro se sintió observado. Ya era tarde, pasaban de las 10 de la noche y aún tenía un largo camino por recorrer antes de llegar a su casa. No era que saliera muy tarde de trabajar, su horario de trabajo era bastante aceptable. Pero últimamente había adquirido la extraña costumbre de acompañar a una de sus compañeras del trabajo hasta su casa. Acompañarla a ella su casa no lo acercaba ni un poco a la casa de él. ¿Y para qué? Se preguntó no por primera vez, ella nunca le había mostrado interés en ninguna cosa más que en una amistad y no era como si él estuviera haciendo algo para cambiar ese hecho. “No todo es sexo”, trató de convencerse sin mucho éxito. Continuar leyendo «Persecuciones.»

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Influenza K, el virus de los puercos voladores y los remolinos de colores

Cuando uno escucha “facultad de enfermería” se le viene a la mente un montón de viejas acá bien buenas en mini batitas blancas desbordándose en sabrosura capaces de complacer cualquier deseo por mas inimaginable o inmoral que pareciera, bueno, al menos yo si me lo imaginaba, cualquier cosa era imaginable menos un wey como yo, deserté en la facultad de medicina y aferrado me inscribí en enfermería donde hay puras viejas gordas, chiaaaa. El ser enfermero desató una serie de bromas y risiones estúpidas por parte de mis amigos, ya te imaginarás, todos me traían de bajada por ser enfermero pero yo iba con todo, tanto así que me eligieron para hacer prácticas en el hospital mas nice de la ciudad y ahí me tienen, haciendo puras tonterías en el hospital, jugando carreritas con las sillas de ruedas con otro enfermero en prácticas o, lo mejor de todo, Continuar leyendo «Influenza K, el virus de los puercos voladores y los remolinos de colores»

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Orden directa

—¡¡¡Dispara, dispara, dispara, disparaaaaaaaaaaa!!!

—!!!Ahhhhh!!!

El sonido de las balas descargarse resonó por todo el pasillo, pero aún así pude escuchar los impactos al entrar en el cuerpo del objetivo.

Ricardo, Arturo, Elena y yo habíamos sido asignados para mantener el hospital a salvo, en cuarentena y en orden hasta que el helicóptero llegara con las vacunas. Éramos el mejor equipo de la fuerza, por eso nos habían confiado la locación, y por eso éramos solamente los cuatro.

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