¡Abre los ojos, perra!
Gritaba mientras sostenía el cuchillo en la mano derecha.
¡Te digo que abras los ojos!
Gritaba mientras me tomaba del cabello con la mano izquierda.
¡Con una chingada! abres los pinches ojos o qué chingados, ¿eh?
Me decía mientras pasaba el filo del cuchillo por el borde de mi cuello.
¿Vas a abrir los ojos, o qué?