Camino al Tribunal

Era la tercera ocasión que nos encontrábamos sobre aquel camión. Yo andaba distraído y subí con el dinero que escurría de mis dedos. Entre el portafolio, la mano ocupada con las monedas y el avance brusco, observé que no quedaban lugares salvo el contiguo al chofer y lo tomé; luego revisé a derecha que la ruta fuera la correcta ante el miedo de errar y desperdiciar dinero exacto que tenía para llegar a los juzgados.

Aun si hubiera sabido que nos encontraríamos, tenía que tomar esa ruta y a esa hora. Había desahogo de pruebas y el testigo fue ofrecido por parte nuestra. Del despacho crecía la confianza ante mi trabajo y no podía llegar tarde a la probanza, se trataba de un proceso difícil. Si todo salía bien, al final de semana arreglaría la escasez de ruido en mis bolsillos. Mientras repasaba mi primerizo interrogatorio respecto a las preguntas que serían admitidas, su voz, áspera, me vino al saludo y al recuerdo: Continuar leyendo «Camino al Tribunal»

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La amenaza

Creo que no hay mayor falla que la que puede cometer el propio hombre. Como muestra les presento que, en lugar de subirles un cuento sobre las fallas tenológicas les publico un cuento que no tiene nada que ver con el tema que nos habíamos impuesto.

Les pido una sincera disculpa y los dejos con:

La amenaza. Por Israel Velázquez

La amenaza que le hizo su padre, lo tenía inquieto y asustado. Solo, veía su cuerpo en la cama, veía los muebles, la puerta cerrada, su miedo innegable y la ausencia con la que había de cohabitar.

Su progenitor murió. Su madre los había abandonado hacía muchos años. Era hijo único y su padre se alegraba de eso. “Gracias a Dios no tuvimos más hijos la esa pinche vieja que llamabas mamá y yo, contigo ha sido suficiente”, le repetía casi a diario entre el trago que lo mantenía sobrio y el que lo perdía de Continuar leyendo «La amenaza»

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Primera Lección

La lección de un sueño lúcido me ha costado trabajo controlarla. Cuando comienzo a dormir me repito: esto es un sueño, esto es un sueño, esto es un sueño, que suerte. Me lo repetí hasta darme cuenta del lugar en donde estaba. La última vez que me encontré en la misma situación intenté salir volando y todo se desvaneció, pero esta vez no. Me tranquilicé, respiré profundo y decidí que no permitiría dejar que se escapara la ocasión, así que la tomé sin duda alguna. Lo que sucede es que uno se emociona ante tremendas oportunidades y lo primero en que uno piensa es en salir disparado por los aires, pero no, no se debe ser tonto, uno debe de enfocarse en el momento, en el contexto, en disfrutar.

La lección de un sueño lúcido me ha costado trabajo controlarla. Cuando comienzo a dormir me repito: esto es un sueño, esto es un sueño, esto es un sueño, que suerte. Me lo repetí hasta darme cuenta del lugar en donde estaba. La última vez que me encontré en la misma situación intenté salir volando y todo se desvaneció, pero esta vez no. Me tranquilicé, respiré profundo y decidí que no permitiría dejar que se escapara la ocasión, así que la tomé sin duda alguna. Lo que sucede es que uno se emociona ante tremendas oportunidades y lo primero en que uno piensa es en salir disparado por los aires, pero no, no se debe ser tonto, uno debe de enfocarse en el momento, en el contexto, en disfrutar.

Nos respirábamos tan de cerca que la menta a que sabía su boca la podía percibir ya en la mía. En sonrisas nos estábamos haciendo el amor por Continuar leyendo «Primera Lección»

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El templo

Recorriendo oriente medio, después de una larga temporada de ayuno, llegué a las puertas de un templo a solicitar alojo. Me condujeron hasta el centro del templo, donde una bóveda colaba luz en una hechizante penumbra, y ahí me dejaron. Trajeron un banco de madera y me sentaron. Alrededor de la luz comenzaron a moverse las paredes. Sin darme cuenta, frente a mí, una mujer hincada tocaba con su frente el suelo. De la oscuridad que me rodeaba comenzó a cantar el correr del agua. La mujer, como lo hacen los gatos caminó hacia mi, mostrándome sus mansos ojos azules, como de cachorro. Se ataviaba de una túnica azul y su cabello caía sobre el suelo. Cuando se encontró a mis pies, desató mis sandalias y Continuar leyendo «El templo»

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